Historia

HISTORIA DE LA CASA MARÍA AUXILIADORA DE ROSARIO

Verano de 1893.

La ciudad de Rosario recién cumplía 41 años y había experimentado un abrupto crecimiento gracias a la expansión de la agricultura cerealera, de la ganadería vacuna y a la afluencia masiva de inmigrantes de ultramar.

El régimen oligárquico del Dr. Luis Sáenz Peña, enfrentaba las contradicciones de la aceleración económica, la consecuente complejización social y las restricciones políticas que su gobierno debía imponer para mantener el poder.

La Unión Cívica Radical recién fundada, intentaba representar las demandas de participación de los sectores medios y populares, excluidos de la ciudadanía política.

Las Hijas de María Auxiliadora habían llegado a nuestro país en 1879, estableciéndose en Almagro, Buenos Aires. Desde allí parten Sor Margarita Baratelli, Sor Blanca Rosso, Sor Juana Bisso, Sor Luisa Martens y la hermana visitadora – Luisa Vaschetti – quien dirige la comitiva hasta que llegue de Italia la hermana designada Directora: Sor Emilia Mathis.

La fundación en Rosario fue pedida por los salesianos para educar a las hijas de los colonos – muchos de ellos italianos – y completar así la obra que venía haciéndose en su tierra natal.

Verano rosarino de 1893, 9 de enero; cinco hermanas abren por primera vez la puerta de Pte. Roca 1060.

Su nuevo hogar es una casa de inquilinato adquirida por un devoto cooperador salesiano en la periferia de la ciudad de aquel entonces. Barrio de los Independientes, lo llamaban… Detrás nomás de la que había sido la Laguna de Sánchez – hoy Plaza Sarmiento – desaguada y rellenada 20 años antes.

Quedan inmediatamente atrás el traqueteo de los carruajes, los recibimientos, el calor sofocante y la precariedad de las instalaciones. Al día siguiente de su llegada, las Hermanas empiezan a reunir a las niñas de las cercanías y el 11 de enero comienzan a dar clases.

Había nacido nuestra Escuela Primaria.

Con el criterio preventivo de la acción educativa de Don Bosco, miles de niñas serán formadas en el deber y en el trabajo, y en el año 2001, se sumarán también los varones. La Escuela Particular N° 1014 María Auxiliadora, es incorporada a la Inspección General de Escuelas de la Provincia de Santa Fe desde el año 1923. La Dirección de la Escuela – desde el inicio ejercida por las Hermanas – pasó en 1991, a manos de los laicos.

En marzo del mismo 1893, en medio del entusiasmo de los vecinos – la mayoría inmigrantes europeos – identificados con la labor de las Hermanas y con su forma de vivir y trasmitir el carisma salesiano, prestan entusiastas  sillas, alfombras y floreros de sus propias casas para, en esa primer Semana Santa, inaugurar la humilde capilla.

La impronta de la obra de las Hijas de María Auxiliadora sobre el territorio es un mensaje potente: educación, trabajo y profunda participación social. La madre Auxiliadora bendecirá con su protección esta labor, desviando una bala destinada al celebrante durante la Misa, frustrando un intento de robo y evitando víctimas cuando el repentino hundimiento del patio de recreo, abrió un pozo de 7 metros de profundidad.

La estrechez económica es el signo de estos tiempos y las crónicas aluden con mucho pudor a que el único ingreso es la cuota mínima que paga sólo un tercio de las alumnas. Las Hermanas deben recurrir a la caridad puerta por puerta…

Pero la Auxiliadora, además de proteger, inspira la donación del terreno contiguo a la primer casa, sobre Pte. Roca y San Juan, por parte de la Sra. María Echagüe de Vila. Gracias a su generosidad y a la colaboración de su hermano en la construcción, el brazo principal del edificio fue ocupado en septiembre de 1894 y el 10 de octubre, ya se recibieron las primeras internas.

La casa y la obra crecen pero siempre el fervor de las Hermanas va por delante; las ampliaciones quedan chicas, hay otros grupos de jóvenes a los que llegar, otros espacios de la ciudad que esperan el mensaje del Evangelio mientras comienza el nuevo siglo.

En mayo de 1905 se iluminan por primera vez los patios y corredores con farolitos de gas etileno, y en junio de ese mismo año, se levanta una columna en el centro del patio principal para la Auxiliadora, la dueña de casa. En julio de 1909, el Sr. Juan Carlos Canelo Paz y su esposa regalan a la virgen dos coronas, un cetro de plata revestido en oro y piedras, un collar de perlas y un par de aros de brillantes. La capilla se llena de nuevos esplendores.

El ambiente familiar y comunitario, la amable cercanía en las relaciones interpersonales, que son el carisma distintivo de Don Bosco y María Mazzarello, ha hecho y sigue haciendo que todos los que pasamos en alguna etapa de nuestras vidas por el Colegio, revivamos y actualicemos esa íntima sensación de estar o necesitar volver a casa. Más de doscientas jóvenes exalumnas se reunieron por primera vez en septiembre de 1909 convocadas para volver, para seguir estando y para no irse. Hasta el día de hoy, el ya centenario Centro de Exalumnas de María Auxiliadora sigue presente acompañando al colegio y la labor de las Hermanas.

En 1914, la 1° guerra mundial interrumpió el ciclo de bonanza agroexportadora y comenzó a hacerse cada vez más imperiosa la necesidad de industrializar nuestras estructuras productivas para poder sustituir los productos que antes del conflicto bélico, importábamos. Las ciudades del Litoral y el gran Buenos Aires comenzaron a recibir gran cantidad de migrantes internos, antes peones rurales, forzados por el cambio de la situación internacional a buscar trabajo en zonas más dinámicas. Rosario concentra en ese tiempo gran cantidad de industrias y talleres que atrae el movimiento de mano de obra.

Las Hermanas  saben leer esa realidad, detectan un creciente número de mujeres en situación de vulnerabilidad, y por supuesto, no se quedan de brazos cruzados. Una Escuela Nocturna Gratuita para Obreras. Esa fue la respuesta en acción a la pregunta que cada Hija de María Auxiliadora lleva como fuego en su alma: “¿Quién cuidará de estas jóvenes?”

Con la ayuda de las Exalumnas en la dirección de algunos talleres y para proveer los fondos para pagar las clases que ellas no podían dictar, máquinas de coser, bordar y escribir, la escuela inicia el 15 de abril de 1914 con 115 alumnas que en 15 días – al fin del mismo mes – ya son 350. Clases de lencería, corte y confección, bordado, tejido, escritura a máquina, aritmética, lectura, redacción, cultura religiosa y artística.

Hay que ponderar la trascendencia social de esta obra teniendo en cuenta el momento histórico en que se realiza: principios del siglo XX, ley de voto masculino universal, secreto y obligatorio apenas sancionada, no existían leyes sociales de protección del trabajo; las mujeres vivían una inferioridad civil y política que no  se correspondía con el protagonismo que tenían fuera y dentro de la casa. La Escuela Nocturna para Obreras, con su ubicación céntrica favorecía la llegada después de la jornada de trabajo; allí no sólo se las capacitaba en un oficio o profesión para que se  ganaran la vida, sino que la alegría y la amabilidad salesiana les ofrecía un espacio de contención, integración y sociabilidad. Las exposiciones de sus trabajos, llegan hasta nosotros en orgullosas fotografías y recuerdos de visitas ilustres como la de Monseñor Boneo o el Intendente de Rosario, Natalio Ricardone. En 1953, con la conformación de la Universidad  Salesiana Argentina del Trabajo – U.S.A.T. – la Academia adquiere carácter oficial y de nivel secundario. Avalada por la Universidad Nacional de Tucumán, en nuestra institución la carrera tuvo una duración de tres años y se otorgaba el título de “Maestra de Corte y Confección”, “Manualidades” y “Bordado a máquina y a mano”. En 1965, por esos vaivenes de la política argentina, el gobierno quita este reconocimiento y la Escuela Profesional Femenina – que tantas docentes de estas especialidades diera a la región –  se cierra definitivamente.

Pero este llamado a educar en el recto uso de la libertad para iluminar las opciones de vida, no se limita sólo a los ámbitos formales. Ya desde 1924 – año cuando fue inaugurado el salón de actos – las Hermanas abren el primer Oratorio Festivo en la localidad de Tiro Federal. Allí, la dinámica consiste, en primera instancia,  en generar un espacio de encuentro, donde la convivencia a partir del juego, la música y la confraternidad predispongan a las jóvenes a aprender las primeras oraciones, a desarrollar competencias artesanales y en muchos casos a alfabetizarse. La sociedad, la misión y los actores se complejizan: las Hermanas avanzan hacia las periferias, hacia los excluidos; interactúan con juntas vecinales, dispensarios, centros comunitarios; y allí van las exalumnas a enseñar catequesis, o cerámica, o peluquería… porque lo que se sabe, se trasmite, y lo que se logra, se hace entre todos. Así surgirán centros en Villa Manuelita, en zona Sur, Barrio Magnano y se colaborará con otros ya existentes como San Antonio María Gianelli, Nuestra Señora de la Consolata y Santa Teresita. En casi todos los casos, esos oratorios se han convertido, al día de hoy en escuelas primarias o secundarias reconocidas por la Jurisdicción Provincial independientes de la comunidad de María Auxiliadora.

El nivel Secundario, se hace por fin realidad en 1937. Con la modalidad de Magisterio, será una usina de innumerables maestras normales egresadas del Colegio. Como su régimen incluía también el internado, posibilitó la formación en el carisma salesiano de jóvenes del interior de la provincia o de otras provincias, que una vez graduadas, se dispersaron como lluvia fecunda por nuestro país y el mundo.

En el año 1948, nuestro colegio se convierte en sede de la Inspectoría y de 1949 a 1966 es también sede de la Casa de Formación para Aspirantes y Postulantes de la cual saldrán cientos de vocaciones religiosas. En 1959 se inaugura la Casita de la Inmaculada, sector destinado para enfermería y reposo de las Hermanas ancianas y enfermas. Es allí donde hoy viven las cuatro integrantes de la comunidad.

Con la reforma educativa de 1971, la formación docente pasa a ser una carrera de nivel superior, de dos años y medio de duración en un principio, y hoy,  de 4 años. Se crea entonces el Profesorado para la Enseñanza Primaria, del cual dependerá también la Escuela Secundaria, con una misma Rectora para ambos niveles hasta el año 2010, cuando se independicen los cargos. La Hermana Rosita Melo fue la primera Rectora del Profesorado y del Secundario, encabezando una larga lista de profesores y personalidades destacadas de nuestro medio que formaron parte del plantel docente que dio a nuestro Instituto posicionamiento y renombre en la educación provincial. Los Padres Santidrián y Noriega, las Hermanas Isabel Paganini y Margarita Zampatti, Carlos Castellarín, Graciela Montero, Alicia Piatti, Graciela Saeta, Teresita Figueroa, Chela Rivas y tantos otros que viven en el corazón y en la práctica de cada maestra salesiana egresada del Colegio, son historia viviente y futuro hecho realidad a través de su enseñanza.

Para finalizar, no podemos dejar de periodizar otro de los brazos fundamentales de acción de las Hijas de María Auxiliadora: la catequesis profesional. Desde 1936 funcionó en el colegio el Seminario Catequístico Diocesano “María Auxiliadora” con la facultad de expedir diplomas de “Maestra catequista” a las alumnas. En el año 1990, gracias a la obra, a la gestión intelectual y el esfuerzo de la Hermana Beatriz Casiello, miembro actual de nuestra Casa, se funda en calle Laprida al 1500, la Casa de la Catequesis, donde el Seminario se traslada y sigue funcionando hasta el día de hoy.

Nuestros niños, nuestros jóvenes, nuestros maestros, las exalumnas, los directores y profesores, los padres, los catequistas, los vecinos, esta transitadísima calle San Juan… Hna. Dorita, la Hna. Beatriz, la Hna. Margarita y la Hna. …………….,  continuadores de aquellas cinco primeras Hermanas que abrieron la puerta en enero de 1893, festejamos con orgullo y emoción estos 125 años de vida pródiga y fecunda, renovando nuestro compromiso con el llamado de Don Bosco y Madre Mazzarello para educar en la cultura del trabajo y la autonomía a través del tríptico salesiano por excelencia: razón, religión y amabilidad.

Prof. Sandra Komar